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La mayor acrópolis de Galicia

Esta monumental fortificación en la que se asentaron los linajes de los Ulloa, los Zúñiga, los Biedma, los Fonseca, los Acevedo y los Duques de Alba, fue un enclave estratégico desde la Edad Media en la defensa de la frontera entre el Reino de Galicia (integrado en la Corona de España) y el Reino de Portugal. Fue bautizada como la acrópolis más grande de Galicia, y está formada por tres recintos amurallados sobre una alargada loma natural. Desde la fortaleza, que ejerce de faro monumental visible desde toda la comarca, se domina visualmente desde la Serra do Invernadoiro hasta la de San Mamede, pasando por las montañas de Laza y las vías naturales de tránsito procedentes de Portugal, a la vera del río Támega, del interior de Galicia y de Castilla. En la Edad Moderna se construyeron dos recintos abaluartados que encerraban los conventos de franciscanos y jesuitas, bajo la dirección de los ingenieros militares del rey Felipe IV. La función militar del conjunto fortificado se complementó con la importante vida cultural de la pequeña corte nobiliaria, en la que se imprimió el primer incunable gallego (el Misal Auriense o de Monterrei, que se conserva en la Catedral de Ourense) y se impartía docencia en gramática, artes y teología a cientos de estudiantes.

de puebla real
a villa condal

En 1262 el rey sabio Alfonso X, en contra de la voluntad de los monjes de Celanova, construye una puebla real sobre el deshabitado Castro de Baronceli, que hasta entonces servía para delimitar los términos de Pazos, Verín y Mixós. Le da el nombre de Monterrei y pasa a ser un núcleo urbano fortificado o alcaçaua, nombre que perdura hasta la actualidad. Será propiedad real y concello capital de su administración en la comarca hasta el año 1432. En la primera mitad del s. XIV la villa tiene una nueva muralla e fortaleza construida sobre la plaza principal de la villa, que servirá de residencia a los Zúñigas, Ulloas y Acevedos cuando accedan al señorío. Se reforma el templo parroquial y se establece un convento franciscano extra muros y se edifican nuevas casas con calles de diferentes nombres. Se construye un albergue “en que se collam os pobres e se crýen os orfos”.

Tenía dos únicas puertas, la del Arrabal o San Francisco (al norte) y la Porta do Sol (al sudeste). Sus habitantes eran canteros, carniceros, carpinteros, herreros y zapateros, un abogado, un cirujano y dos comerciantes. A mayores la villa tenía escribanos y notarios, así como militares (soldados, escuderos y caballeros) dirigidos por un alcalde.
En el año 1482 Sancho Sánchez de Ulloa, conde de Monterrei y Lemos, construye una nueva Torre del Homenaje. La nueva construción, visible deste toda la comarca, será el nuevo símbolo del poder condal. En 1491 Francisco de Zúñiga se convierte en Conde de Monterrei (†1501) por resolución de los Reyes Católicos, frustrando las pretensiones de Sancho de Ulloa.
A principios del siglo XVI el rei vende la villa al arzobispo compostelano don Alfonso de Fonseca por diez millones de maravedíes. La intención del prelado fue cedérsela a su nieto, don Alfonso de Acevedo y Zúñiga († 1559). Bajo su gobierno se funda el Colegio de la Compañía de Monterrei, se reactiva la economía de la villa y se llevan a cabo numerosas obras. Entierran en Monterrei al conde Alfonso de Acevedo, y los jesuitas componen en su memoria textos en latín, griego, hebreo, castellano, italiano, portugués y gallego.

Las ordenanzas de la villa del s.XVI citan los bienes que eran objeto de comercio en la feria de Monterrei: vino, pescado –fresco y seco–, carne, aceite y velas, fruta, aves, caza, huevos y queso. La normativa guarda especial atención a las velas, al pan y la carne, legislándose sobre su peso. Monterrei acoge la cárcel de la jurisdicción, situada junto a la puerta de San Francisco, donde “suele haber muchos y muy grandes delincuentes por ser aquí la cabeza del estado”.
A finales del s. XVI el conde Gaspar de Acevedo viaja a América para ejercer de virrey de Nueva España y el Perú y se inicia la decadencia de la villa. La Guerra de Independencia de Portugal (1640-1668) provoca la construcción de la Atalaya y de dos nuevos recintos defensivos alrededor del castillo medieval dotados con puertas y baluartes en los que se instalaron cañones. A mediados del s. XVII la fortaleza pasa a manos del ducado de Alba. A principios del siglo XVIII, coincidiendo con la guerra de Sucesión, se construye la barrera que divide la villa del colexio de los Jesuitas, la cisterna y el Baluarte del Sol. En el año 1735 una nueva guerra con Portugal obliga a remodelar de nuevo las murallas, convirtiendo a Monterrei, definitivamente, en una fortaleza militar. En tiempo de paz el espacio que separa la muralla medieval de los baluartes es aprovechado por el gobernador militar como huerta propia, arrendando el terreno sobrante para el mismo fin. En la década de 1750 el convento franciscano tiene 32 religiosos (27 de ellos curas), 13 jesuitas (9 curas) y 2 presbíteros dedicados a Sta María de Graza. A mediados de ese siglo un informe militar define el castillo de Monterrei como una “guarnición de soldados inbálidos”. En la villa viven cerca de 300 habitantes, entre ellos 6 zapateros, 4 sastres, 4 canteros, 2 barberos, 1 estafetero y 11 panaderos (5 en exclusiva).
En 1764 se construye la Atalaya y se proyecta la construcción de un fuerte en el Alto da Esculqueira o de San Salvador, pero no sabemos si las obras llegaron a su fin. Sus restos aún eran visibles a mediados del s. XX. En 1767 el rey Carlos III decreta la expulsión de los jesuitas del territorio de la Corona. Los 2 empleados laicos de la farmacia conservan su trabajo, pero el colegio entra en decadencia, quedando atendido por sólo 5 maestros. El colegio de los franciscanos coge el relevo e imparten clases de filosofía, artes y teología. En ese tiempo la villa cuenta con 487 habitantes y Verín con 503. . A principios del século XIX, durante la Guerra de Independencia, Soult, el mariscal de Napoleón, ocupa el castillo, forzando la rendición del marqués de la Romana. A continuación marcha camino de Portugal. En el año 1811 Monterrei deja de ser capital del condado, que desaparece con la creación obligatoria de ayuntamientos que establece la Constitución de Cádiz. La concesión de ferias a Laza (1816) y Cualedro (1818) supone un duro golpe para la de Monterrei, que ejercía un monopolio.
La desamortización de Mendizabal de 1834 deja la villa sin el hospital de la Trinidad y sin el convento de 44 franciscanos (entre ellos 4 maestros y 11 escolares), que en aquel entonces vivían e impartían clases en el edificio de los jesuitas, al encontrarse arruinado el suyo desde, cuando menos, el año 1823. A mediados del s. XIX el ayuntamiento de Verín reutiliza la piedra del antiguo colegio jesuita para construir casas y aceras. El pavimento de su templo sirvió para pavimentar la iglesia parroquial de Verín. Se desmantela también el antiguo convento franciscano. En el año 1857 Monterrei cuenta con 220 habitantes que viven en casi 50 casas y Verín con 1429 gracias a su localización y atractivo comercial.